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Un informe encargado por el Ministerio de Economía del Reino Unido defiende la necesidad de incluir la conservación de la biodiversidad y la naturaleza entre los indicadores que utilizan los países para evaluar su grado de riqueza y prosperidad.

Fuente: El Ágora
Madrid | 4 febrero, 2021

La biodiversidad de nuestro planeta está disminuyendo a un ritmo nunca visto en cualquier otro punto de la historia de la humanidad. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cerca de un millón de especies han sido arrastradas al borde de la extinción desde 1970, mientras las poblaciones de todos los animales se han reducido en un 70%.

Más allá de su valor intrínseco, la perdida de todas estas especies supone una reducción de los servicios ecosistémicos que nos aportan y a los que irónicamente nuestra supervivencia está supeditada, así como otros valores tan importantes como lo es la cultura.

Por este motivo, una revisión independiente, elaborada por el profesor Sir Partha Dasgupta de la Universidad de Cambridge y encargada por el Tesoro de Reino Unido, describe a la naturaleza como “nuestro activo más preciado”, destacando la ineficiente administración de la “cartera global” por parte de la humanidad.

De ahí que defienda la necesidad de incluir la conservación de la biodiversidad y la naturaleza entre los indicadores que utilizan los países para evaluar su grado de riqueza y prosperidad. Por ejemplo, la revisión señala que el PIB “se basa en una aplicación defectuosa de la economía” que no incluye la “depreciación de los activos”, como la degradación de la biosfera.

“Los enormes agujeros en nuestra contabilidad se podrían ver en la destrucción de un bosque para la construcción de un centro comercial. El PIB registra un aumento en el capital producido, pero ninguna depreciación del ‘capital natural’ que absorbe carbono, crea un hábitat para los polinizadores muy necesarios y nos proporciona beneficios directos, desde recreación hasta aire purificado, que reducen las cargas sobre los servicios de salud. Y tales pérdidas conllevan después costos económicos”, señala en un comunicado la Universidad de Cambridge.

Evolución de los recursos terrestres que necesitamos para sostener nuestro desarrollo. La pandemia redujo nuestras necesidades, pero la tendencia apunta a que necesitamos una tierra y media | Foto: Global Footprint Network

Para Partha Dasgupta, el crecimiento y desarrollo económicos verdaderamente sostenibles radica en reconocer que nuestra prosperidad a largo plazo se basa en reequilibrar nuestra demanda de bienes y servicios naturales con la capacidad de los ecosistemas para suministrarlos. Un enfoque totalmente distinto al actual, donde el desarrollo necesita los recursos de 1,6 para mantener su ritmo de crecimiento.

“Una economía diferente debe utilizar una medida diferente al PIB y tener en cuenta el impacto de nuestras actividades en la naturaleza. La crisis de la COVID-19 nos ha mostrado las consecuencias de ignorar nuestros excesos”, comenta el autor de la revisión.

 

Asimismo, el documento de más de 600 páginas destaca tres importantes cambios para lograr estos objetivos:

1. El primero de ellos se posiciona por garantizar que las demandas de la humanidad a la naturaleza no superen la capacidad de suministro de esta última a través de políticas que desalienten formas de producción y consumo dañinas.

2. En segundo lugar, anima a adoptar diferentes métricas para lograr un éxito económico que necesariamente requiere avanzar hacia medidas de riqueza inclusivas en las que se inyecte el capital natural en la contabilidad nacional.Sin embargo, matiza que esta riqueza nacional debería ir más allá, de modo que “pueda dar cuenta de la salud humana, los conocimientos y las habilidades hasta el valor de las comunidades”.

3. Por último, la revisión de Dasgupta exige “la transformación de nuestras instituciones y sistemas, en particular las finanzas y la educación” con el fin de facilitar los cambios y poder conservarlos en el futuro. Según la revisión, esto incluye “aumentar los flujos financieros”, tanto públicos como privados, que mejoran los activos naturales y disminuyen los que degradan la naturaleza.

Que la educación adopte estos cambios implica “empoderar a los ciudadanos para que no solo interioricemos a la naturaleza en nuestras vidas, sino para que podamos servir en última instancia como juez y jurado de nuestras propias acciones”, comenta el autor.

“Si nos preocupamos por nuestro futuro común y el futuro común de nuestros descendientes, todos deberíamos ser en parte naturalistas”, describe Dasgupta en la revisión.

El primer ministro inglés, Boris Johnson, que dio la bienvenida al autor, dejó claro que proteger y mejorar la naturaleza requiere una acción concertada y coordinada: “Este año es fundamental para determinar si podemos detener y revertir la tendencia preocupante de la biodiversidad”, subrayó.